Como una propuesta de mi colega blogger Ana Astri O Reilly acepté participar en un post colaborativo sobre las impresiones de 4 mujeres en sus respectivas primeras visitas a Londres.
Estaba a punto de cumplir 25 cuando conocí Londres y ya pasaron quince años de aquella primera vez. Guardo en la memoria algunos recuerdos de cuando recorrí dicha ciudad junto a mi amiga Vicky. La llegada al aeropuerto de Heathrow, y un breve pero intenso interrogatorio que nos hizo una mujer de migraciones. No me olvido de la seriedad con la que nos pidió y nos preguntó por las siguientes cosas: pasaporte, pasaje de vuelta, seguro médico, demostración de fondos, y la dirección del lugar donde nos hospedamos.
Nos quedamos en Esher, ubicada a treinta minutos en tren del sur de Londres, en la casa de una familia que conocía mi amiga. Recuerdo que todas las mañanas nos acercaban a la estación en auto, y nosotras tomábamos el tren hasta Waterloo.
Hicimos las clásicas visitas por el centro de la ciudad: Picadilly Circus, el Parlamento, la Abadía de Westminster, el Palacio de Buckingham,el Tate Modern, y el Trafalgar Square. Anduvimos una tarde por Camden Town, mirando los puestos de ropa vintage, camperones borceguíes y sacos de cuero. De esos lugares que mencioné, quizás fue el museo lo que más me impactó. Un sitio enorme e imponente, que me reflejó ciertos aires de grandeza, que atribuyo en parte a la capital inglesa.
Mi primera impresión de Londres no fue inolvidable, fue más bien interesante y correcta, pero no mucho más. Quizás lo que más me llamó la atención fue una visita fuera del itinerario que nos propuso nuestra anfitriona. Nos llevó en auto a Hampton Court, cerca de Esher, y fuera del radio de quien profundiza los encantos de la ciudad. El Palacio de Enrique VIII es un festín de historia, arquitectura y arte. El circuito por el Palacio es completo, y la historia de quien fuera rey de Inglaterra durante 38 años, atrapante. Había estudiado a ese tremendo personaje cuando tuve historia en mi época de estudiante de inglés en el colegio. O recordaba más que nada el desdichado final de Ana Bolena. Pero estar en Hampton Court fue todo un suceso en mi primer visita a Londres. Años más tarde devoré la fenomenal serie The Tudors en Netflix, y la apasionante ficción, cobró todavía más atractivo al revivir aquel paseo imprevisto de mi primer viaje a Londres.
En mi blog está el artículo sobre mi primera experiencia en esa ciudad de Europa pero si quieren también leer los otros tres testimonios vayan a http://apuntesideasimagenes.com/primera-visita-a-londres/?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=twitter&utm_source=socialnetwork